domingo, 22 de enero de 2012

Para comprender los medios




Analistas y periodistas realizan al final de cada año un balance retrospectivo sobre la manera en que los medios informaron a la ciudadanía, jerarquizaron los acontecimientos, las concesiones inútiles hechas a los poderes públicos y privados, sus tropiezos y limitaciones, los vacíos informativos en que incurrieron y el deseo explícito de ser mejores en el año venidero. Esa mirada incluye, sobre todas las cosas, las zancadillas y agresiones propinadas a la libertad de expresión. Al hacer el recuento cada medio se ufana de haber servido mejor la noticia. Una autogratificación necesaria en vista de que los enjuiciamientos de las audiencias están marcados por sus sensibilidades, la incidencia de los medios en sus vidas, el aporte al desarrollo del país, sus inclinaciones partidarias y preferencias ideológicas.


Las audiencias hacen también sus propias valoraciones. La crítica más severa afirma que ante un mismo acontecimiento, cada medio de comunicación brinda una versión diferente, tergiversando los hechos. Nada más falso. Los periodistas informan sobre lo que acontece, sea en la esfera económica, política, educativa, cultural, religiosa o social, de acuerdo a las políticas informativas y editoriales de cada medio de comunicación. Su versión está teñida por su propia manera de ver el mundo. Ningún medio es ajeno a lo que ocurre a lo largo de un año en nuestras sociedades. Si alguien afirma lo contrario miente o no sabe lo que dice. Los medios no funcionan ni por arriba ni por debajo de las sociedades, forman parte de su entramado social, a la vez que informan de lo que acontece en su seno. Los medios no sólo dan forma a los hechos, más bien construyen la realidad como asegura el español Miguel Rodrigo Alsina.



Las coincidencias reiteradas en la presentación de las informaciones, en la apreciación de los hechos, en el énfasis alrededor de determinados elementos, provienen de la forma en que han sido formados los periodistas. Asistiendo a las mismas escuelas de periodismo o comunicación, teniendo a los mismos profesores, leyendo libros similares, tendrán que coincidir en muchos aspectos, según la sabia advertencia de Giovanni Sartori. El italiano caracteriza este fenómeno como la circulación circular de la información. Los medios están plagados y se regodean por cubrir los mismos hechos. Las agendas siempre vienen saturadas con las mismas informaciones. Los medios que ponen en perspectiva otras noticias y ofrecen una versión distinta de los acontecimientos son los que captan mayor audiencia. Aunque siempre persistirán las preferencias de acuerdo a las prácticas políticas, sociales y culturales en que se encuentran inmersas las audiencias.



Siendo los medios de comunicación el frente estratégico para el despliegue de la globalización por el mundo, los procesos concentracionarios a los que asistimos en el presente, facilitan la tarea. El desarrollo de la televisión satelital inunda el planeta con su chorro de imágenes, ofreciendo un espectáculo donde alternan indiscriminadamente anuncios, estilos de vidas, películas de diversos colores, series de distinto tamaño, vertiendo un mismo discurso informativo, todo dirigido a homogeneizar el pensamiento. Los sueños del francés Charles-Louis Havas se están cumpliendo. La creación de la primera agencia internacional de noticias en París (1835), anunció el advenimiento de la internacionalización de la información. El visionario Honorato de Balzac se anticipó a los tiempos. Afirmó que “el público puede creer que hay varios diarios, pero no hay en definitiva más que uno: el del señor Havas”. En eso radica la fortaleza y la condena permanente que pende sobre la cabeza de las grandes agencias noticiosas internacionales.



Una sola versión planea hoy desde las alturas. El pensamiento único vislumbrado por los artífices del siglo de las luces en la Francia del siglo dieciocho, pasea mondo y lirondo por todos los confines del orbe. Las agencias noticiosas invaden las primeras planas de los periódicos y sus páginas internacionales vienen saturadas por sus versiones interesadas dando cuenta de lo que sucede en el mundo. Los periódicos nacionales, La Prensa y EL NUEVO DIARIO son suscriptores de los servicios informativos de la Agencia Francesa de Prensa, (AFP). Por eso resulta común encontrar en sus páginas el mismo día los mismos despachos servidos por AFP, así como las mismas fotografías. Eso genera sospechas y suspicacias entre los lectores. Las audiencias las hacen extensivas a la cobertura que ofrecen de los acontecimientos nacionales. En realidad ocurre un fenómeno contrario. Cada medio de comunicación aspira a brindar primicias a sus seguidores, sobre los acontecimientos más relevantes ocurridos en el país.



Toda tentativa de ofrecer una sola versión de lo que acontece en nuestras sociedades se convierte en una empresa mesiánica que tiene su contracara en los procesos de relocalización de las culturas. Un empeño en que se han comprometido las diversas doctrinas ideológicas en nombre de una mejor y más plena realización del ser humano. Conviene adelantar que nunca será suficiente, mucho menos prudente, informarse leyendo un sólo periódico, viendo un mismo canal o escuchando una misma radioemisora. La teoría de los usos y gratificaciones de los medios da cuenta de este fenómeno. Las audiencias prefieren un medio a otro por las mismas razones que los periodistas informan de una manera y no de otra acerca de un acontecimiento. Las complicidades y lealtades de las audiencias derivan de esta realidad. Más allá de su nivel crítico, las audiencias se identifican siempre con algún medio por los motivos antes apuntados.



La necesidad de aclimatación de un pensamiento crítico que permita desmontar los discursos mediáticos, se convierte en un imperativo. Tampoco puede perderse de vista que los mayores o menores niveles de credibilidad que otorgan a las informaciones las audiencias, se basan en el mayor o menor grado de identificación política o ideológica que sustentan. Los medios aunque sean de un mismo dueño, jamás van a ponerse de acuerdo a la hora de informar. Nunca lo estarán. No sólo por el perfil de lectores del medio, también debido a que ningún órgano informativo constituye un todo monolítico. Los medios como ninguna otra institución social o política escapan a las contradicciones que vive una sociedad.



Para informarse debidamente en los tiempos actuales, las audiencias tienen que desplegar su ingenio y capacidades. Es una tarea activa y no pasiva según lo constata el reputado Ignacio Ramonet. La única manera en que no reciban gato por liebre es esforzándose por seleccionar los medios más serios y prestigiosos, pasando por la criba los hechos informados. La polución informativa corroe las entrañas de nuestras sociedades. Las audiencias tienen que aprender a separar el polvo de la paja. Ningún mensaje carece de intencionalidad como advierte el argentino Daniel Prieto Castillo. ¡Una verdad que jamás debe olvidarse! 
Creo necesario tener presente estas claves, en vista de que los medios de comunicación en Nicaragua son objeto de críticas feroces y ardientes aplausos según la militancia política de quienes las formulan o del grado de condescendencia que muestren hacia determinadas posiciones ideológicas, intereses políticos o empresariales. Puede ser que un despistado o alguien interesado en denigrarlos, aduzca que los medios son de lo más arbitrario a la hora de hacer sus valoraciones noticiosas. La otra sospecha surge cuando los titulares de los periódicos son iguales. No vayan a creer que esto ocurre porque los editores se han puesto de acuerdo de antemano con la intención de subir las tintas. Las coincidencias devienen de las rutinas profesionales de los periodistas. Los diferentes matices e inflexiones resultan evidentes en el cuerpo de la información. Son del color del cristal ideológico con que los periodistas arman las noticias.



Ante la avalancha de informaciones, las lecturas críticas deben estar a la orden del día. Nada influye más en nuestras vidas que lo que dicen los medios. Nadie escapa a su omnipresencia. Sus efectos son envolventes. A no ser que nosotros creamos que únicamente existe el efecto tercera persona del que hablan los expertos alemanes. Esquematizando, su tesis consiste en preguntar a una persona si cree que los medios afectan su vida. La respuesta es ¡No! Pero agrega que no tiene la menor duda de que inciden en el otro, en una tercera persona. Interrogado éste si los medios afectan su vida, responde de igual manera: ¡No! Pero está convencido de que repercuten en el otro, su vecino... Uno de los divertimentos más perniciosos en el campo de los medios ha sido las discusiones bizantinas sostenidas por sus grandes teóricos acerca de que si influyen o no en el discurrir de nuestras sociedades.



Si los medios no incidieran en nuestros comportamientos, en nuestra manera de ver y comprender el mundo, nadie se interesaría por acapararlos. No se promulgarían leyes contra la libertad de expresión, los periodistas no serían objeto de agresiones, las licencias de radio y televisión se otorgarían a manos llenas, gobiernos y empresarios no tratarían de cortar sus alas negando o condicionando la entrega de la publicidad, los gobiernos serían más respetuosos y tolerantes, los empresarios no se preocuparían por fundar grandes imperios mediáticos, las audiencias se reirían de sus contenidos, nadie les haría caso. Así como los medios efectúan año con año su propio ordenamiento de las noticias, las audiencias gozan de igual prerrogativa. Están llamadas a realizar su propio cotejo. ¡Las audiencias deben ser sumamente exigentes a la hora de demandar una más amplia y mejor información! ¡Para eso sirven también estos recuentos de finales de año

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