Durante el año 2013 quedó en evidencia el creciente poder conseguido por la familia gobernante a través del progresivo control de los medios de comunicación. Ante la convicción que a los medios corresponde moldear el imaginario social, ofrecer visiones y versiones del acontecer nacional e internacional, visibilizar o invisibilizar temas y actores sociales, políticos, económicos, religiosos, educativos y militares, parte sustantiva de su gestión continúa orientada a engrosar el número de canales de televisión e incrementar la cuantía de emisoras radiales bajo su propiedad. Esta iniciativa tiene en mira la cooptación efectiva de numerosos medios y periodistas. Lo siguen y continuarán haciendo mediante la entrega de licencias audiovisuales y publicidad enlatada a sus aliados. Los spots televisivos, convertidos en auténticas piezas de propaganda política, permiten asentar su discurso sin la existencia de filtros ni mediaciones que entorpezcan los mensajes. Se trata de las mismas versiones transmitidas en sus canales, una modalidad muy efectiva a la cual no están dispuestos a renunciar. En otros casos pasan como si fuesen noticias.
La
falta de entrega de información pública -a la cual están obligados por ley- no
tuvo variación o cambio alguno, ni es pensable que lo tenga durante el año
2014. La centralización de la información relacionada con el dengue - una
verdadera crisis sanitaria, tanto que el gobierno impuso alerta roja- puso de
manifiesto que ni en casos extremos, estando la salud de los nicaragüenses de
por medio harán redefiniciones al patrón de conducta al que ajustan sus
políticas informativas. Las contradicciones en que incurren son manifiestas. La
promulgación del Acuerdo Administrativo 013-2010, se justificó bajo el
argumento que el país estaba siendo sometido a las inclemencias de un invierno que
causaba daños y ponía en peligro la vida de centenares de personas en la zona
costera del Lago Xolotlán. El dengue estuvo en agenda durante seis meses, sin
que el gobierno hiciera uso de los recursos que él mismo creó para enfrentar este
tipo de situaciones. ¿Cuándo anunciantes, la clase política y publicistas comprenderán
la importancia determinante de los medios locales?
En
este contexto cabe preguntarse ¿Es posible competir con los medios
gubernamentales? Las lecciones que dejó 2013 pueden ser provechosas si medios y
periodistas logran percatarse que en situaciones complejas como las que enfrentan,
existe espacio suficiente para mejorar la calidad de sus propuestas
informativas. Una de sus debilidades persistentes proviene de la naturaleza
institucional de sus agendas. Cuando el Estado vacaciona, así como para finales
y principios de año, se produce una especie de vacío en sus agendas. Los retos
saltan a la vista. Continúan atados a las rutinas de las instituciones
estatales, policiales, bomberiles y cruzrojista. A lo anterior habría que
añadir los desafíos que provocan los hechos duros que plantean las acciones
gubernamentales –canal interoceánico, reformas constitucionales, reformas al
código militar y del seguro social, etc. En esta disyuntiva lo recomendable
consiste en desmarcarse y construir una agenda propia, crítica y propositiva y eludir
las prácticas contestarias en las que han venido incurriendo.
Las
informaciones relacionadas con el canal interoceánico permiten comprobar que
cuando medios y periodistas se proponen realizar algo diferente lo consiguen:
fue el tema que mejor trataron. Mientras los medios oficiales y oficiosos
siguieron una política obsecuente con el gobierno, los principales ejes
informativos de los medios ajenos a su influencia, colocaron en la agenda de
manera sistemática, una amplísima gama de problemas que podrían derivarse de su
construcción. Dos constantes fueron la sistematicidad informativa y la amplitud
de fuentes consultadas. Con enorme solvencia destacaron que se trataba de una concesión
realizada sin licitación pública, expusieron las violaciones a la Constitución Política
de Nicaragua que cometía el gobierno, las incongruencias en las declaraciones
de Wang Jing, la pérdida del reservorio de agua más grande de Centro América,
el apresuramiento exhibido en relación a los estudios de factibilidad
ambiental, la entrega del territorio nacional en términos onerosos y la forma
que comprometieron las reservas del Banco Central de Nicaragua, como garantía
para el inversionista. Los medios afines al gobierno se comportaron como
simples correas de transmisión del discurso oficial.
Existen
temas que los medios oficiales y oficiosos tratan de obviar en sus agendas
informativas. #OcupaINSS viene a ser paradigmático. Los medios
progubernamentales solo informaron acerca de los reclamos de las personas de la
tercera edad cuando se sentaron a negociar y durante la firma de los acuerdos
alcanzados. La vapuleada a los jóvenes, las pérdidas de vehículos, celulares y
computadoras portátiles, jamás fueron objeto de interés informativo. ¿Debemos
considerar exitoso el manejo que hizo el gobierno de este caso? Nunca. Incluso
quienes se informaban en sus canales, se vieron forzados a reflexionar y
preguntarse ¿qué estaba pasando para que el gobierno finalmente accediera a
negociar con las personas de la tercera edad? La puja informativa alcanzó las
redes sociales donde se produjo un fenómeno viral que trató de ser
contrarrestado expresamente por personas identificadas con su política
informativa. La movilización de personeros de la Conferencia Episcopal y los
reclamos de los agraviados persisten.
Lo
ocurrido con MPeso muestra de forma diáfana cómo los medios gubernamentales y
progubernamentales se vieron obligados hacerse cargo de temas a los que
generalmente vuelven la espalda. Los reclamos tenaces de los usuarios del
transporte público capitalino, las arremetidas que sufrieron tratando de
acallar sus protestas, ejemplifica lo difícil que resulta para el gobierno
silenciar temas que explosionan en las calles, micrófonos, diarios y pantallas
televisivas. Otro gran tema, los grupos armados en la zona central norte y
Costa Caribe se convirtió finalmente en un test formidable para medir hasta dónde
los medios oficiales son capaces de dar la espalda a hechos duros puestos en
agenda por medios ajenos a su influencia. En la medida que los acontecimientos
vinculados con los armados fueron conociéndose, el Jefe del Ejército Nacional,
General Julio César Avilés, se vio compelido a manifestarse. Se trató de una controversia
que derivó en tratar de conocer quién gozaba de mayor credibilidad. La mayoría
de los medios mostró dos versiones contrapuestas: la existencia de armados
sostenida por la Conferencia Episcopal y las refutaciones del General Avilés,
afirmando que se trata de grupos delincuenciales.
Donde
mayor pobreza exhibieron casi la totalidad de los medios fue en los litigios
con Colombia y Costa Rica. Sin duda se trata de un tema delicado que exige
rigor, precisión, dominio y conocimiento, que solo los expertos tienen. La
mayoría de los medios abandonaron posiciones críticas. Temían ser señalados de
antipatriotas, una bandera de la que echan mano siempre los gobernantes. Ni
siquiera los especialistas del más alto nivel fueron capaces de hacer una
lectura desprejuiciada de la última resolución de la Corte Internacional de
Justicia (CIJ). Cuando el tribunal de La Haya hizo público el fallo la
generalidad de los medios se plegó de inmediato a la lectura que hizo el
gobierno, olvidando por completo que se deben a sus lectores, radioescuchas y
televidentes. Cercanos a los juegos de poder, sus posiciones nos permitieron
corroborar que en estos casos siempre evitan caer en contradicciones con los
personeros de gobierno. Los medios vieron un triunfo rotundo de Nicaragua. Ante
la imposibilidad de desmentir el desliz cometido en los caños de nuestro país, al
gobierno no le quedó otra salida que aceptar el hecho antes que se produjese el
fallo. Nada más.
Los
medios deben plantearse el establecimiento de una agenda propia. No servir ni
seguir siendo furgón de cola del aparato estatal. Las lecciones del polaco Ryszard
Kapuscinski, hoy más que nunca resultan valederas y de enorme importancia en el
contexto por el que transcurre la vida del periodismo en Nicaragua. Kapuscinski
insiste en recordar que él nunca recurrió a las fuentes oficiales, siempre creyó que sus ofertas informativas estaban
saturadas por intereses creados. Tampoco tenemos que olvidar a Bertolt Brecht a
quien debemos uno de los aforismos más lúcidos en el mundo del periodismo. El
dramaturgo alemán, quien vivió toda su vida prendado de la radio, fue quien
sentenció que toda forma de periodismo debe ser investigativa lo demás pura
propaganda. En Nicaragua las grandes interrogantes con las que tienen que
lidiar medios y periodistas siguen siendo cómo hacer periodismo en un país donde
las puertas de los ministerios están cerradas, el presidente no da entrevistas,
los ministros se muestran mudos y la información pública no circula sino a
través de los medios oficiales y oficiosos. ¡Este conjunto de hechos forman parte
de los desafíos! ¿Sabrán encararlos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario