domingo, 2 de septiembre de 2012

Despejando dudas




I.- La década de los setenta marcó el ascenso de las luchas y propuestas encaminadas a la creación de un nuevo orden mundial de la información y la comunicación. Tomo como punto de partida el momento que un conjunto de países toma plena conciencia de los desajustes e implicaciones que tienen para su futuro inmediato los grandes  desequilibrios informativos. La alarma generalizada explota en el seno de la Unesco. Las confrontaciones sobrevienen ante el reclamo de la mayoría de naciones aglutinadas en los No Alineados (NOAL), al expresar que resulta inaceptable que las informaciones e imágenes son vertidas por sectores interesados que favorecen únicamente a los países desde donde se irradian al resto del universo. Para entonces había prendido en la generalidad de estos países el concepto de imperialismo cultural acuñado por Herbert Schiller.

A su vez Marc Uri Porat, precursor en el estudio de la economía política de la comunicación, había logrado determinar el peso ascendente de la economía de la información en la sociedad estadounidense. La información tal como la entendíamos hasta entonces se había diversificado. Porat visualiza tres categorías fundamentales sobre la información. Una vinculada con las finanzas, los seguros, la contabilidad, las bases y bancos de datos. La segunda comprende la información cultural y una tercera  la información conocimiento o conjunto de saberes. En esa misma década aparece en Francia La informatización de la sociedad (1978), bajo la autoría de Simón Nora y Alain Minc. Ambos acuñan el concepto de telemática, que no es otra cosa que el maridaje de los ordenadores y las telecomunicaciones.

Señalo lo anterior para volver explícito, que cuando los países tercermundistas se lanzaron al abordaje del tema era un poco tarde. A finales de la década de los sesenta, el académico y activista político, Zbigniew Brzezinski, había dado varios pasos adelante. El mundo asistía a otro momento. La era tecnotrónica (1969), como caracteriza al nuevo estadio, viene a ser el resultado de la conjunción del ordenador, el televisor y las telecomunicaciones. Brzezinski avizora el fin de la diplomacia de las cañoneras de parte de Estados Unidos y el advenimiento de la diplomacia de las redes. En esta disyuntiva era impensable que Estados Unidos abdicara fácilmente frente a las demandas de los países tercer mundistas. Su intransigencia, incluso su retiro intempestivo de la Unesco, vino a ser la demostración palpable que el sector de la información y las comunicaciones pasaba a ser un campo innegociable.

II.- El cambio de época trae aparejada también entre sus novedades una discusión aleccionadora y de resultados devastadores. La vieja tesis que exponía Nacho Briones Torres, señalando que los periódicos de mayor circulación ofertan sus lectores a los anunciantes y no a la inversa, vino a ser redefinida a partir del liderazgo indiscutible ejercido por la televisión. Dallas Smyte está convencido que la televisión es un “productor de audiencias vendibles a los publicistas”. Con la entronización del mercado y la comunicación como paradigmas dominantes, queda poco espacio para pensar de otra forma el vasto mundo de la comunicación. El rating se ha convertido en el único parámetro al que atienden dueños de medios, anunciantes y publicistas. Existen otras variantes para constatar el poderío de publicistas y anunciantes. Sus nuevas pretensiones apuntan a incidir en las políticas informativas de los medios.

El mayor o menor número de páginas de un periódico, una revista, un semanario o un boletín, está en relación directa con el mayor o menor porcentaje de anuncios recibidos. Incluso la cantidad de anuncios en una página reduce a la mínima expresión la escasa información que finalmente contiene. Demostración evidente de la prioridad conferida a los anuncios es el roba-plana. Nunca han sido más acertados y pretensiosos en una definición los publicitas. El despliegue descarado del anuncio, constriñendo la información al mínimo, constituye una forma de avasallamiento inaudita. En las revistas y en los diarios las páginas impares (se leen a la derecha), han sido reservadas exclusivamente para los anuncios. Una forma de presentación que ratifica el dominio que ejerce el mercado sobre la información. Incluso se habla de la mercantilización de las noticias con una naturalidad que hiere y mortifica.  

Un tanto parecido ocurre en la radio y la televisión. La duración de un radionoticiero depende en gran medida del número de anuncios. En la televisión ocurre igual. Las disputas por obtener el mayor número de audiencia se han radicalizado.  A veces los contendientes llegan a extremos impensables. La forma que Crónica TN 8 trata de ganarle la partida a Acción 10 es bochornosa. Los dobles sentidos y las ambigüedades dejaron de serlo, son expresiones procaces. Crónica TN 8 presentó a un hombre defecando, atisbado y perseguido por la cámara. ¡Escatología pura! Una modalidad que empalma con el afán necrológico que ensombrece ambas propuestas noticiosas. ¿Estas ruindades son las que premia el mercado? ¿Los anunciantes no tienen nada que decir? ¿Los publicistas tampoco? ¿Y las audiencias? ¿El poderío del mercado no tiene retroceso? ¿Se debe confiar que el mercado todo lo decida? Me sumo a los que piensan que no.

III.- La convergencia de la comunicación social, industria editorial, cinematográfica, discográfica, con las telecomunicaciones y el mundo de la electrónica y las controversias de los setenta, aparentemente saldadas a favor de los Estados Unidos, siguen en pie. Las discusiones suscitadas en la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información (CMSI), dejaron claro que este continúa siendo un campo en disputa. No pudo lograrse el apoyo y el empoderamiento de la sociedad civil. Los debates fueron una manifestación de rechazo al esquema prevaleciente. Los desequilibrios lejos de corregirse, empeoraron. El chileno José Joaquín Brünner, divide el mundo entre info-ricos e info-pobres. La brecha digital es obscena. Una forma de pobreza insidiosa. Como advierte Armand Mattelart, “el sentido atribuido a los conceptos de derecho a la comunicación, participación, sociedad civil, servicio público, interés público, diversidad cultural, se ha convertido en un reto político e intelectual”.

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