domingo, 2 de septiembre de 2012

Karl Popper y la televisión



Desde que leí la cita que hacía Norberto Bobbio de Karl Raimund Popper (Viena, 1902-Londres, 1994), sobre la importancia que concedía a la televisión para la preservación de la democracia, busqué de manera infructuosa el libro donde afirmaba “que la televisión se había convertido en un poder político colosal, potencialmente se podría decir, el más importante de todos, como si fuese Dios mismo el que hablara”. Concluyente exponía “que un nuevo Hitler adquiriría, con la televisión, un poder infinito”. No fue sino hasta esta semana que pude leer completo el texto. Aparece en el libro La televisión es mala maestra, (Fondo de Cultura Económica, 2006). Se inscribe dentro de la amplia corriente que acusa la televisión de sabotear la formación no solo de la niñez. Para Popper la mejor época de la televisión ya pasó.

La publicación se debe al italiano Giancarlo Bosetti, quien preparó el libro con mucho esmero. El ensayo de Popper, Una patente para producir televisión, le fue dictado al propio Bosetti, en septiembre de 1994. El interés inicial del italiano en sus relaciones con Popper era fundamentalmente de carácter filosófico y político. Le interesaba divulgar sus ideas sobre el liberalismo, su crítica al marxismo y al historicismo y sus consideraciones sobre el reformismo gradualista. Fue el propio filósofo vienés, al resumir los grandes problemas de actualidad, quien aludió la crisis televisiva, la cual consideraba de extrema gravedad, al extremo de considerarla como uno de los grandes flagelos de la humanidad. ¿Apocalíptico?

Con el ánimo de ofrecer una visión de conjunto, Basetti incluye las valoraciones que tienen de Karol Wojtyla, Charles S Clark y John Condry sobre el mismo tema. Condry estima que la televisión se encuentra metida en un callejón sin salida. No ve ninguna posibilidad que pueda mejorar la calidad de sus productos, especialmente en su labor educativa con la niñez. Popper comparte la tesis de Condry, está persuadido que la televisión en vez de educar viaja en dirección contraria. Condry piensa que ya nada puede hacerse por enmendar los desafueros televisivos, Popper formula una propuesta audaz, para muchos a contrapelo de su pensamiento liberal. El autor de La sociedad libre y sus enemigos (1945), de pronto se tornó sospechoso para algunos seguidores. ¿Acaso no es esta una forma de control?

En armonía con su concepción de la democracia, mantiene la posición que en un régimen como este no debería existir ningún poder político incontrolado. Alarmado constata que la televisión “se ha vuelto un poder demasiado grande para la democracia. Ninguna democracia puede sobrevivir si no pone fin al abuso de este poder.” A renglón seguido, Popper añade que para su propio bien la democracia debe controlar la televisión. Cuando formuló por primera vez en Alemania esta invitación, sus antagonistas argumentaron que había que “ofrecer a la gente lo que la gente quiere”. Popper piensa que no hay nada en la democracia que justifique brindar “transmisiones cada vez peores desde el punto de vista educativo”, adornadas bajo la expresión, “porque la gente lo quiere”. Se trata de la justificación o coartada que esgrimen dueños de medios y ciertos periodistas para justificar sus desatinos.

¿Cuál es el remedio propuesto por Popper? Para realizarla recurre a un símil. Así como en diversos países los médicos son controlados en su ejercicio profesional por sus propias organizaciones, un método democrático, “cualquiera que esté ligado a la producción televisiva debe tener una patente, una licencia, una cédula profesional, que le pueda ser retirada de por vida cuando actúe en contravención de ciertos principios. Este es el medio por el cual yo quisiera que se introdujese finalmente una disciplina en este campo”. Para disipar dudas expresa que la supervisión constante resulta mucho más eficaz que la censura. La patente debe ser precedida por un curso de adiestramiento, al término del cual todos deberían realizar un examen. Deben dar prueba que dominan la complejidad del mundo televisivo.


Coincidimos con las reflexiones de Popper en relación al poderío ascendente de la televisión. Su carácter simbiótico con las demás tecnologías de la comunicación, propulsa su funcionamiento a escala global. Esa naturaleza simbiótica producida por la revolución científico-técnica, permite captar la señal televisiva a través de las pantallas de las computadoras. El equivalente a su propuesta en esta parte del mundo ha sido la creación de Colegios de Periodistas. El ejercicio profesional está soportado en el aval o patente que entregan a sus agremiados los directivos de este instituto. Sirve como garantía de profesionalismo o profesionalidad. Popper acierta al volver extensiva la formación a todo el personal vinculado con la producción televisiva. En Nicaragua, algunos periodistas equivocadamente ven de menos a los camarógrafos.

Debido a que su preocupación educativa está centrada en la niñez, el curso debe explicar cómo reciben los niños las imágenes que la televisión ofrece, tomando en cuenta que tanto niños como adultos “no siempre son capaces de distinguir lo que es ficción de lo que es realidad”. Los procesos mentales que distinguen o sobreponen ficción y realidad deben ser conocidos por quienes hacen televisión. Una tarea que compete en parte a la academia. En diversos momentos he insistido en la necesidad de incluir en los pensum de sociología, el análisis de los cambios impulsados por las transformaciones mediáticas. Un desafío copernicano. Mauro Wolf, que se pasó la vida estudiando  los efectos sociales de los medios, tuvo el acierto de advertirnos que ante las mudanzas operadas en el campo mediático, muchas teorías no daban cuenta de estos nuevos fenómenos.

Es imposible que la televisión desatienda la violencia, más bien hemos constatado, igual que Popper en su momento, que ha ido en crescendo. Furio Colombo insiste que el discurso central de la televisión gira alrededor de la violencia. La prescripción del italiano no admite discusión. Hay que recordar que la labor desarrollada por los colegios ha sido puesta en entredicho. Algunas veces por consideraciones políticas los dueños de medios no quieren que nadie interfiera en sus dominios, en otras porque los dirigentes de estas organizaciones las politizan, desfigurando sus alcances. Otro dispositivo concebido para evitar abusos e inequidades de medios y periodistas, ha sido la autorregulación, una fórmula que desgraciadamente no ha funcionado en Nicaragua. Cada vez más la ciudadanía descree de este mecanismo. En Nicaragua muy pocos apuestan a su favor. Ante esta disyuntiva sigo creyendo que la mejor opción continúa siendo la formación crítica en el consumo de medios.

En algunos países latinoamericanos han intentando incluir en el proceso de formación académica de los docentes, una visión exhaustiva sobre este vasto universo. Hoy más que nunca urge hacerlo. Un cambio sustantivo en la futura formación de los maestros de primaria y secundaria en Nicaragua, debería incluir y considerar inexcusable, el estudio y análisis de los medios. Los medios desplazaron a la escuela como el principal dispositivo de socialización contemporánea. Todavía en los planes de estudios de los maestros no se confiere a los medios la atención requerida. Una formación que les permita comprender sus lenguajes, lógicas y las distorsiones que provocan las imágenes en los procesos de percepción, generando muchas veces confusión entre ficción y realidad, algo que preocupaba mucho a Karl Popper y a todos quienes bregamos en el anchuroso mundo de la comunicación. Ojalá el gobierno me tome la palabra.  

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