I.- La década de los setenta marcó el
ascenso de las luchas y propuestas encaminadas a la creación de un nuevo orden
mundial de la información y la comunicación. Tomo como punto de partida el
momento que un conjunto de naciones toma plena conciencia de los desajustes e
implicaciones que tienen para su futuro inmediato los grandes desequilibrios informativos. La alarma
generalizada explotó en el seno de la Unesco. Las confrontaciones sobrevienen
ante el reclamo de la mayoría de países aglutinados en los No Alineados (NOAL),
al expresar que resulta inaceptable que las informaciones e imágenes son
vertidas por sectores interesados que favorecen únicamente a los centros de
poder desde donde se irradian al resto del universo. Para entonces había
prendido en la generalidad de estos países el concepto de imperialismo cultural
acuñado por Herbert Schiller.
A
su vez Marc Uri Porat, precursor en el estudio de la economía política de la
comunicación, había logrado determinar el peso ascendente de la economía de la
información en la sociedad estadounidense. La información tal como la
entendíamos hasta entonces se había diversificado. Porat visualiza tres
categorías fundamentales sobre la información. Una vinculada con las finanzas,
los seguros, la contabilidad, las bases y bancos de datos. La segunda comprende
la información cultural y una tercera la
información conocimiento o conjunto de saberes. En esa misma década aparece en
Francia La informatización de la sociedad
(1978), bajo la autoría de Simón Nora y Alain Minc. Ambos acuñan el
concepto de telemática, que no es
otra cosa que el maridaje de los ordenadores y las telecomunicaciones.
Señalo
lo anterior para volver explícito, que cuando los países tercermundistas se lanzaron
al abordaje del tema era un poco tarde. A finales de la década de los sesenta,
el académico y activista político, Zbigniew Brzezinski, había dado varios pasos
adelante. El mundo asistía a otro momento. La
era tecnotrónica (1969), como caracteriza al nuevo estadio, viene a ser el
resultado de la conjunción del ordenador, el televisor y las
telecomunicaciones. Brzezinski avizora el fin de la diplomacia de las cañoneras
de parte de Estados Unidos y el advenimiento de la diplomacia de las redes. En
esta disyuntiva era impensable que Estados Unidos abdicara fácilmente frente a
las demandas de los países tercer mundistas. Su intransigencia, incluso su
retiro intempestivo de la Unesco, vino a ser la demostración palpable que el
sector de la información y las comunicaciones pasaba a ser un campo
innegociable.
II.- El cambio de época trae aparejada también
entre sus novedades una discusión aleccionadora y de resultados devastadores. La
vieja tesis que exponía Nacho Briones Torres, señalando que los periódicos de
mayor circulación ofertan sus lectores a los anunciantes y no a la inversa,
vino a ser redefinida a partir del liderazgo indiscutible ejercido por la
televisión. Dallas Smyte está convencido que la televisión es un “productor de audiencias vendibles a los
publicistas”. Con la entronización del mercado y la comunicación como
paradigmas dominantes, queda poco espacio para pensar de otra forma el vasto mundo
de la comunicación. El rating se ha
convertido en el único parámetro al que atienden dueños de medios, anunciantes
y publicistas. Existen otras variantes para constatar el poderío de publicistas
y anunciantes. Sus nuevas pretensiones apuntan a incidir en las políticas
informativas de los medios.
El
mayor o menor número de páginas de un periódico, una revista, un semanario o un
boletín, está en relación directa con el mayor o menor porcentaje de anuncios
recibidos. Incluso la cantidad de anuncios en una página reduce a la mínima
expresión la escasa información que finalmente contiene. Demostración evidente
de la prioridad conferida a los anuncios es el roba-plana. Nunca han sido más acertados y pretensiosos en una
definición los publicitas. El despliegue descarado del anuncio, constriñendo la
información al mínimo, constituye una forma de avasallamiento inaudita. En las
revistas y en los diarios las páginas impares (se leen a la derecha), han sido
reservadas exclusivamente para los anuncios. Una forma de presentación que
ratifica el dominio que ejerce el mercado sobre la información. Incluso se
habla de la mercantilización de las noticias con una naturalidad que hiere y
mortifica.
Un
tanto parecido ocurre en la radio y la televisión. La duración de un
radionoticiero depende en gran medida del número de anuncios. En la televisión
ocurre igual. Las disputas por obtener el mayor número de audiencia se han
radicalizado. A veces los contendientes llegan
a extremos impensables. La forma que Crónica TN 8 trata de ganarle la partida a
Acción 10 es bochornosa. Los dobles sentidos y las ambigüedades dejaron de serlo,
son expresiones procaces. Crónica TN 8 presentó a un hombre defecando, atisbado
y perseguido por la cámara. ¡Escatología pura! Una modalidad que empalma con el
afán necrológico que ensombrece ambas propuestas noticiosas. ¿Estas ruindades
son las que premia el mercado? ¿Los anunciantes no tienen nada que decir? ¿Los
publicistas tampoco? ¿Y las audiencias? ¿El poderío del mercado no tiene
retroceso? ¿Se debe confiar que el mercado todo lo decida? Me sumo a los que
piensan que no.
III.- La convergencia de la comunicación
social, industria editorial, cinematográfica, discográfica, con las
telecomunicaciones y el mundo de la electrónica y las controversias de los
setenta, aparentemente saldadas a favor de los Estados Unidos, siguen en pie.
Las discusiones suscitadas en la Cumbre Mundial de la Sociedad de la
Información (CMSI), dejaron claro que este continúa siendo un campo en disputa.
No pudo lograrse el apoyo y el empoderamiento de la sociedad civil. Los debates
fueron una manifestación de rechazo al esquema prevaleciente. Los
desequilibrios lejos de corregirse, empeoraron. El chileno José Joaquín Brünner,
divide el mundo entre info-ricos e info-pobres. La brecha digital es obscena.
Una forma de pobreza insidiosa. Como advierte Armand Mattelart, “el sentido atribuido a los conceptos de
derecho a la comunicación, participación, sociedad civil, servicio público,
interés público, diversidad cultural, se ha convertido en un reto político e
intelectual”.
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